Marga López Díaz es uno de los grandes
valores de la poesía colombiana, merece
ser declarada tesoro nacional como
lo hacen en Japón con sus grandes
artistas, poetas y artesanos.
Quiero decir que Marga tiene un
dominio extraordinario de las
formas poéticas y una gran
audacia al usarlas. Camina por
las formas como Ariadna con su
hilo y se convierte en río y libera
el laberinto. Sus sonetos están
libres en su cauce de catorce
afluentes, para llegar a la última
recámara donde el agua de la vida
se enovilla para dormir y renacer.
Está tan preparada para la poesía
como las sacerdotisas de la isla
de Avalon para su oficio.
Ha estudiado los textos sagrados,
ha bebido del vino de Orfeo, ha
danzado con las Bacantes, ha
comido el pan de los santos y
bebido el agua de la clarividencia.
Conoce el duende, quien la habita
y el ángel que la ilumina. Es
nómada y muy de su terruño,
La Ceja del Tambo. Habla en
paisa y en lenguas, murumsama
y marmorea, en el milagro de la
escritura. Marga no es sólo maga
o transformadora de realidades
sino saga, conocedora y guardiana
de verdades arcanas que cuenta en
su lengua antigua del futuro.
Agueda Pizarro Rayo,
Directora MUSEO RAYO, Colombia.
Fotografía: Tatiana Pérez